Además de poder beneficiarse de un tipo de interés bajo, los particulares y empresas que necesitan recurrir a un préstamo o crédito piden que el producto sea fiable. La fiabilidad tiene que ver con la transparencia, con que la entidad se comprometa a desgranar todas las condiciones. Eso sí, también es responsabilidad del prestatario informarse y comprender qué contrata.
Las entidades financieras siempre han tenido que lidiar con los recelos de una población que se siente vulnerable. Son ellos los que tienen conocimiento, dinero y poder, y la ciudadanía la que, ordenada en un sistema capitalista, se ve obligada a confiar en ellos.
Siempre se ha insistido en la necesidad de conocer las condiciones de cada producto y servicio, aunque se trata de básicos como abrir una cuenta corriente. Pero se podría decir que lo que marcó un antes y un después en la historia de las relaciones de la ciudadanía con las entidades financieras, fueron las acciones preferentes.
Hablamos de un fraude consistente en la emisión y venta de acciones preferentes por parte de bancos y cajas de ahorro españolas, que comenzó en los 90 y alcanzó su punto álgido entre 2009 y 2011 (coincidiendo con la estallido de la crisis inmobiliaria y la crisis económica). Fueron productos colocados por personas que contaban con la confianza de los clientes, directores de sucursales cercanas con los que se había establecido una relación personal de décadas. Los clientes no conocían ni la complejidad ni el riesgo del producto, luego fueron engañados, como han demostrado luego sucesivas sentencias judiciales.
La estafa fue más clamorosa si consideramos que muchos de estos clientes engañados eran personas mayores que habían depositado sus ahorros en el banco o caja, pero en los peores años de la crisis también dieron mucho que hablar las cláusulas suelo. Se encuentran en los préstamos hipotecarios, y establece un límite mínimo de interés a pagar en la cuota mensual, aun cuando el tipo de interés baje.
En definitiva, por el historial de fraudes que acumula la banca, algunos de ellos tan recientes, es habitual que el ciudadano medio dude a la hora de recurrir a sus productos o servicios. ¿Dónde se pueden encontrar los mejores préstamos personales fiables?
Las financieras que operan a través de páginas webs, en las que el cliente solicita el dinero y va viendo el estado de su préstamo, son fiables. Tiene sus ventajas recurrir a este método pero, eso sí, hay que tomar una actitud proactiva para poder beneficiarse de ellas: tú eres el cliente, tú eres responsable.
Las estafas han existido desde siempre, así que, a priori, lo online no es más inseguro que lo offline. Hay que llevar la misma cautela siempre.
En los últimos años, ha habido un incremento de publicaciones en foros, blogs y redes sociales de supuestos prestamistas particulares que se aprovechan de una situación de necesidad. Se trata, en muchas ocasiones, de prestamistas extranjeros, que ofrecen cantidades muy altas de dinero a cambio de intereses muy bajos. Si te han ofrecido dinero vía WhatsApp, email o Facebook, es posible que se trata de una estafa.
Para evitar ciertas situaciones, considera lo siguiente.
Sí, es posible acceder a prestamistas privados fiables. Una buena opción son las plataformas seguras que sirven de punto de encuentro para ahorradores que quieren rentabilizar su dinero con personas que lo necesitan. Una de ella es Prestamistas.es, una empresa regulada por el Ministerio de Sanidad y Consumo.